Los seres humanos tendemos a generar vínculos más o menos estables a lo largo de nuestra vida. Nos relacionamos con otras personas y formamos parejas y en muchos casos familias. En ocasiones, en estas relaciones tienen lugar ciertas crisis que pueden desencadenarse por circunstancias del momento vital de la pareja o de alguno de sus miembros, o que pueden deberse a una mala cimentación del vínculo desde el inicio.

Cuando una pareja acude a terapia, es fundamental establecer un buen encuadre terapéutico.

¿A qué nos referimos con esto? Con encuadre terapéutico nos referimos al acuerdo sobre el modo de trabajo que se va a llevar a cabo. Cuando surgen problemas de pareja este acuerdo es especialmente importante, ya que en este caso, no deben primar las demandas individuales de cada uno de los miembros, sino las necesidades de la pareja como un tercero que se forma en la interacción. Es decir, la pareja se convierte en un ‘tercer paciente’ cuyas necesidades deben ser atendidas, y que muchas veces las parejas no están pudiendo ver por estar demasiado enredadas en el conflicto.

Cuando una pareja experimenta una crisis está comunicando que hay algo que sucede en la relación que no funciona como uno de los miembros o ambos querrían. Pero muchas veces esta comunicación no es explícita, no es clara, sino que está sesgada y envuelta en una alta carga de reproche, crítica, invalidación, falta de comprensión y/o atención...

Los problemas de comunicación suelen darse en prácticamente todos los casos de problemas de pareja. Incluso en ocasiones, aparecen conductas ‘desajustadas’ (infidelidades, abandonos, problemas sexuales, gritos, insultos y descalificaciones...) que aparecen porque la pareja no está pudiendo comunicarse de forma efectiva,y necesitan recurrir a ello como forma de reclamar un cambio.

Los problemas que tienen lugar en la