Los seres humanos tendemos a generar vínculos más o menos estables a lo largo de nuestra vida. Nos relacionamos con otras personas y formamos parejas y en muchos casos familias. En ocasiones, en estas relaciones tienen lugar ciertas crisis que pueden desencadenarse por circunstancias del momento vital de la pareja o de alguno de sus miembros, o que pueden deberse a una mala cimentación del vínculo desde el inicio.

Cuando una pareja acude a terapia, es fundamental establecer un buen encuadre terapéutico.

¿A qué nos referimos con esto? Con encuadre terapéutico nos referimos al acuerdo sobre el modo de trabajo que se va a llevar a cabo. Cuando surgen problemas de pareja este acuerdo es especialmente importante, ya que en este caso, no deben primar las demandas individuales de cada uno de los miembros, sino las necesidades de la pareja como un tercero que se forma en la interacción. Es decir, la pareja se convierte en un ‘tercer paciente’ cuyas necesidades deben ser atendidas, y que muchas veces las parejas no están pudiendo ver por estar demasiado enredadas en el conflicto.

Cuando una pareja experimenta una crisis está comunicando que hay algo que sucede en la relación que no funciona como uno de los miembros o ambos querrían. Pero muchas veces esta comunicación no es explícita, no es clara, sino que está sesgada y envuelta en una alta carga de reproche, crítica, invalidación, falta de comprensión y/o atención...

Los problemas de comunicación suelen darse en prácticamente todos los casos de problemas de pareja. Incluso en ocasiones, aparecen conductas ‘desajustadas’ (infidelidades, abandonos, problemas sexuales, gritos, insultos y descalificaciones...) que aparecen porque la pareja no está pudiendo comunicarse de forma efectiva,y necesitan recurrir a ello como forma de reclamar un cambio.

Los problemas que tienen lugar en la relación pueden acabar generando un importante malestar en la pareja, sobre todo cuando lejos de poner soluciones efectivas, se permite que el problema se mantenga en el tiempo.

El tratamiento psicológico en estos casos es altamente efectivo y favorece que las parejas aprendan a comunicarse de forma efectiva y a transmitir sus necesidades de forma asertiva y respetuosa.

Las demandas más habituales de las parejas en crisis suelen ser:

• Infidelidades
• Procesos de separación y divorcio
• Crisis asociadas al ciclo vital: el momento de tener hijos y/o casarse, el síndrome del ‘nido vacío’, cuando aparece alguna incapacitación o dependencia por parte de alguno de los miembros...
• Problemas de infertilidad y procesos de reproducción asistida
• Diferencias interculturales y procesos migratorios
• Conflictos con una alta emoción expresada y dificultad para llegar a acuerdos
• Violencia intrafamiliar
• Falta de un proyecto común
• Excesiva presencia (invasión) por parte de alguna o ambas familias de origen de los miembros y dificultad para establecer límites entre dichas familias y la familia actual (la pareja y sus hijos)
• Problemas sexuales

En cuanto a estos últimos, la forma de abordarlos será diferente en función de si el problema se encuadra en un contexto relacional (dentro de la pareja) o a nivel individual. Puedes consultar estos otros artículos para más información.

Cómo influyen los problemas de apego en la sexualidad»

Terapia de pareja: cuando el problema es cosa de dos (o tres)»

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