Centro Somos Psicoterapia
Psicólogos en Arganzuela, en Madrid
Terapia psicológica en niños y adolescentes
La identidad, la definición de quienes sentimos que somos, se aprende en el espejo de las primeras relaciones, y se va configurando a partir de las interacciones con las figuras significativas de nuestra historia. Si cuando manifestamos una emoción vemos rechazo en la cara de las personas con las que convivimos, interiorizaremos ese rechazo. Si esta experiencia es repetida, cuando esa emoción se activa, el rechazo hacia nosotros también lo hará”
Anabel González, “No soy yo”
Este texto de Anabel González refleja fielmente la importancia que tiene el abordaje temprano de los problemas psicológicos en la infancia y adolescencia, así como la implicación activa de las figuras de apego principales.
Los problemas que aparecen en las primeras etapas de la vida (problemas de conducta, de socialización, acoso escolar, dificultades de aprendizaje bajo estado de ánimo, TDAH, problemas del neurodesarrollo,...) son consecuencia de un conjunto de factores (herencia biológica, aprendizaje, circunstancias asociadas al entorno social, temperamento, dificultades pre, peri y postnatales...), que es necesario evaluar en profundidad en las primeras sesiones de terapia psicológica, de cara a realizar una conceptualización del caso lo más exacta posible.
La fase de evaluación es fundamental en cualquier tipo de proceso de terapia psicológica, pero en casos de niños y adolescentes es crucial, ya que existen múltiples factores implicados tanto en la germinación del problema como en el mantenimiento del mismo.
La participación de la familia del niño/a es imprescindible. En las etapas más tempranas (antes de los 4 años), el trabajo se realiza fundamentalmente con los padres o cuidadores principales, y posteriormente, se va introduciendo al niño/a cada vez más (a la vez que se mantiene el contacto y la participación de la familia), hasta las últimas etapas de la infancia y en la adolescencia, cuando la participación de los padres pasa a ser puntual y en función de las necesidades del caso.
Pero, ¿por qué es tan importante la implicación de otras figuras en la terapia infantojuvenil?
Como bien se describe en el texto citado más arriba, cuando somos pequeños, vamos desarrollando nuestro autoconcepto en base a la mirada que nos dirijan nuestras figuras de apego. Un niño no aprende a verse y a gestionar sus dificultades por sí mismo, sino con la ayuda de otros. Si esa ayuda no es la adecuada, y lo que recibe en su lugar es rechazo e invalidación, es posible que en etapas posteriores acabe desarrollando problemas a nivel psicológico, ya que carece de las herramientas para hacerse cargo.
Por ello, los padres (o los cuidadores principales) del niño o niña deben estar siempre presentes y disponibles a lo largo del proceso de terapia psicológica. En terapia infantojuvenil utilizamos una intervención con base en el apego, desde la cual los síntomas se entienden como intentos del niño o niña para adaptarse a una situación concreta que desborda su capacidad de manejo. Con esta mirada, nos alejamos de la visión culpabilizadora y castigadora, que muchas veces ha estado en la base de la psicología clásica. Nos distanciamos del modelo refuerzo-castigo (como único medio para controlar la sintomatología) y realizamos un acercamiento comprensivo, respetuoso y tolerante, que permita que los niños y niñas comprendan lo que les sucede, y se sientan recogidos y apoyados para poder mejorar y sentirse mejor consigo mismos y con los demás.
Si quieres más información sobre cómo Somos Psicoterapia aborda la terapia infantojuvenil, contacta con nosotros» para una primera sesión gratuita y comenzar a cambiar la vida de los más pequeños.
