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El enfoque de la terapia familiar, la familia como sistema

Terapia familiar. Psicólogos en Arganzuela, Madrid

A veces se presentan problemas psicológicos que afectan a todo un sistema familiar. Es frecuente que los miembros de la familia tiendan a identificar el problema como proveniente de uno de ellos (al que llamamos “paciente identificado”), sin embargo, la dinámica familiar se encuentra alterada globalmente. Pero, más allá de las explicaciones iniciales que pueda encontrar la familia, ¿es el síntoma presentado una causa o una consecuencia de una disfunción familiar?

Esta es una de las preguntas más frecuentes que se plantean en una terapia familiar. Desde la perspectiva de la terapia sistémica, una de las más especializadas en el abordaje familiar, los síntomas se entienden como circulares y contextualizados. Es decir, un síntoma no tiene sentido si se concibe de manera aislada, alejada del contexto en el que se enmarca.

¿Qué quiere decir todo esto? Que independientemente del origen que se atribuya al problema psicológico presentado (el cual es necesario evaluar en profundidad), los factores que lo mantienen pueden tener que ver con una dinámica familiar concreta, que refuerza su permanencia en el sistema.

La familia funciona como un sistema homeostático, que tiende a la estabilidad y a la predictibilidad. Para garantizar la estabilidad del sistema, todos los miembros de la familia, consciente o inconscientemente cumplen un determinado rol. Cuando uno (o varios) de los miembros del sistema incumplen ese rol (ya sea por la aparición de circunstancias externas o internas que imposibilitan su cumplimiento, o cuando la persona muestra su rechazo o disconformidad ante el mismo), o, el sistema se desestabiliza, se altera.

Terapia psicológica familiar - Somos Psicoterapia, en Madrid centro

La familia como sistema homeostático tiende a buscar la recuperación de la estabilidad, y por ello, “presiona” al miembro “desertor” a cumplir el rol establecido. A menudo este proceso se produce de una forma sutil y prácticamente inconsciente, lo que dificulta la resolución del conflicto.

El foco se suele poner sobre ese miembro “desertor”, ya que es el que está generando desequilibrios en el sistema. Sin embargo, cuando las familias se presentan en terapia psicológica con esta demanda, a menudo acaban planteándose si el problema está en la parte disconforme, o en el sistema tal cual ha sido construido.

La terapia familiar supone la implicación activa de cada uno de los miembros de la misma. Cuando el sistema está globalmente afectado, no es suficiente con que una sola parte del mismo trabaje para cambiar la situación, sino que todos deben mostrar colaboración para trabajar, y con ello, mejorar la situación y la calidad de vida de todos los miembros de la familia.

La terapia familiar no siempre se realiza en formato grupal, sino que también se puede requerir la intervención de los miembros por separado. Debe primar la flexibilidad, la coordinación y la participación activa por parte de los miembros de la familia y del o de la terapeuta. Se trata de un formato complejo pero muy enriquecedor, ya que cuando existe el nivel de implicación suficiente, y el trabajo se realiza de manera adecuada, se obtienen notables beneficios tanto a nivel individual, como a nivel vincular y relacional.

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