Centro Somos Psicoterapia
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Nuestro blog sobre psicología

Las gafas que filtran nuestra realidad

La realidad que apreciamos no siempre es objetiva, y es que la percepción que tenemos de la misma depende en gran medida de los ojos que la miran. Y más concretamente, depende de las gafas que usemos para verla. ¿Qué quiere decir todo esto?

Tendemos a pensar que lo que nuestras vivencias internas son consecuencia directa de los eventos que nos acontecen, pero esto no es así. Tras un determinado acontecimiento, cada uno interpretamos la situación de una forma u otra. Es como si cada uno de nosotros llevase colocadas unas “gafas invisibles”, y todas ellas son únicas y diferentes, no hay ninguna igual. Estas gafas invisibles nos hacen captar la realidad de una determinada manera, y por ello, tendemos actuar de forma coherente a esa visión de la realidad.

En la comprensión del comportamiento humano, debemos tener en cuenta tres factores fundamentales, el acontecimiento activador, la creencia o pensamiento asociado al mismo, y los factores comportamentales, emocionales, fisiológicos... Este esquema no se da siempre de forma lineal, sino que puede revertirse, y cada elemento retroalimenta a los demás.

Podemos experimentar una serie de emociones, conductas y reacciones fisiológicas derivadas de la vivencia de un suceso concreto (por ejemplo, miedo intenso, taquicardias y encerrarse en el armario cuando salta la alarma de seguridad de la casa en mitad de la noche), pero de la misma forma, todos estos elementos pueden influir igualmente en los eventos que vivimos (por ejemplo, el hecho de sentir presión en el pecho y dificultad para respirar en un momento dado puede llevarnos a interpretar una situación como peligrosa y ponernos en modo de alerta, aunque realmente la situación no suponga ningún peligro real).

Cada persona reacciona de una manera diferente ante las distintas situaciones que se le plantean en su vida, o incluso ante sus propias vivencias internas. De hecho, ante una misma situación, cada persona reacciona de una manera diferente en función de sus “gafas” particulares. Estas gafas están hechas de muchos componentes, entre los cuales se encuentran el estilo de personalidad y el temperamento, los patrones de crianza y apego, las experiencias vividas, el nivel socioeconómico y cultural...

Emociones, conductas y reacciones fisiológicas

¿Cómo se filtra la realidad a través de nuestras “gafas invisibles”?

Todas las personas tenemos pensamientos que pueden ser razonables, coherentes y adaptativos, que nos ayudan a desenvolvernos de forma funcional en nuestro día a día. Sin embargo, también existen algunos “errores” a la hora de pensar, sesgos y distorsiones de pensamiento que pueden llegar a producirse de forma sistemática ante ciertas circunstancias, especialmente cuando dichas circunstancias se han ido repitiendo a lo largo del tiempo.

La realidad que apreciamos no es objetiva. Psicólogos en Arganzuela, Madrid

La realidad que apreciamos no es objetiva, sino que nos llega distorsionada por los filtros que se crean a través de nuestras vivencias.

Estos errores o distorsiones cognitivas pueden ser de distintos tipos, por ejemplo:

  • Abstracción selectiva: “He suspendido un examen, soy un desastre”
  • Pensamiento dicotómico: “O saco un 10 o dejo la carrera”
  • Adivinación/lectura de mentes: “Van a pensar que soy idiota”
  • Minimización de lo positivo: “He conseguido este puesto de trabajo porque es lo que tengo que hacer”
  • Razonamiento emocional: “Me siento fracasado, por lo tanto lo soy”
  • Afirmaciones con ‘debería’: “Debería ser capaz de hacer todo solo”

Por lo general, estos sesgos de pensamiento contienen una visión muy negativa de uno mismo, del mundo y del futuro que nos espera. Para poder identificarlos y por consiguiente, modificarlos, tenemos que aprender a distinguir entre lo que es un pensamiento creíble y un pensamiento cierto. Cuando éramos pequeños, creíamos fervientemente que los Reyes Magos (o Santa Claus si vienes del otro lado del charco) se colaba una noche en nuestra casa sin hacer un ruido, cargado de regalos que depositaba cuidadosamente bajo el árbol de Navidad, y a veces incluso le daba tiempo a dejar una nota o tomarse el vasito de leche que le habíamos preparado como agradecimiento. En ese momento, ese pensamiento para nosotros era totalmente creíble, sin embargo, no es cierto.

¿Y qué hacemos para corregir la distorsión de nuestras gafas?

Para someter a nuestro pensamiento a juicio y corregir las distorsiones cognitivas que son una fuente de gran malestar, tenemos una serie de criterios que nos pueden ayudar:

  • Objetividad: ¿Tengo pruebas realmente de que este pensamiento es real? ¿Se basa en mi experiencia real?
  • Emoción: ¿Qué me está generando el pensar así? ¿Estoy pudiendo actuar con normalidad o me está suponiendo más carga de lo esperable?
  • Utilidad: ¿Me sirve para algo pensar así? ¿Me ayuda a resolver un problema? ¿Me hace sentir mejor?
  • Forma: ¿Estoy afirmando algo de forma inflexible y taxativa? ¿Estoy usando afirmaciones tajantes del tipo ‘debería’?

Para conseguir desarrollar una forma más adaptativa de pensamiento, tenemos que dialogar con nuestra mente, detectar estos sesgos cognitivos y desarrollar un pensamiento más sano y ajustado. Esta discusión con nosotros mismos puede resultar algo forzada o extraña en un primer momento, puesto que no estamos acostumbrados a pensar de esa manera, y nunca hemos cuestionado la veracidad de esas afirmaciones tan negativas. Es muy probable que en un inicio ni siquiera nos creamos este discurso alternativo.

Hay que tener en cuenta que las distorsiones cognitivas se acaban automatizando después de un largo proceso de aprendizaje, y esta palabra es clave, APRENDIZAJE. Porque igual que esta manera de pensar es aprendida, también se puede aprender a dialogar de una manera más sana y respetuosa con nosotros mismos. La práctica es clave para que este proceso se naturalice.

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