El contacto es fundamental para todos los seres humanos, somos seres sociales y nos construimos en sociedad. Sin embargo, para algunas personas, especialmente aquellas que han sufrido eventos traumáticos, el contacto (tanto con los demás como con uno mismo) puede convertirse en una fuente de sufrimiento.

El contacto es un elemento indispensable e intrínseco a todos los seres humanos. Y cuando hablamos de contacto, no nos referimos al contacto físico, sino a todo tipo de interacción. Las personas estamos constantemente en contacto con estímulos a nuestro alrededor. Somos conscientes de que tenemos un entorno que nos rodea, y somos especialmente sensibles a lo que tenga que ver con las demás personas, es decir, el contacto social.

Nos construimos en compañía de lo demás, gracias al contacto social nos descubrimos y aprendemos cómo somos y qué esperar de nuestro entorno. El contacto externo es fundamental para poder contarnos nuestra historia, pero existe otro tipo de contacto que es igualmente necesario para mantener la coherencia de la misma, el contacto interno, es decir, la conexión con nosotros mismos.

Al igual que estamos en contacto con el mundo externo, también lo estamos con nuestro mundo interno. En una persona con una buena estabilidad emocional y una salud psicológica adecuada, los estímulos externos e internos interaccionan con fluidez. La persona es capaz de entender cómo le afectan en su mundo interno las interacciones con otras personas, y de ajustar sus reacciones. La persona con un buen nivel de autoconsciencia, es capaz de relacionarse con su entorno de forma sana y de cuidarse y respetarse a sí mismo.