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La jaula de la mente: el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC de aquí en adelante) es un problema psicológico muy conocido popularmente, quizás por lo peculiar de su sintomatología.

La quinta edición del Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-5, APA) lo describe como un trastorno caracterizado por la presencia de obsesiones (pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusivos y no deseados) y/o compulsiones (conductas repetitivas o actos mentales que la persona se siente impulsada a llevar a cabo en respuesta a la obsesión, con el objetivo de neutralizar su impacto o las consecuencias negativas temidas).

No es necesario que se presenten conjuntamente para obtener un diagnóstico de TOC, pero sí que los síntomas supongan un importante malestar para la persona que los padece, o que impliquen una notable pérdida de tiempo.

La persona que padece este trastorno no tiene por qué ser consciente de que sus creencias y expectativas negativas son exageradas o no son ciertas. Cuando existe un mayor grado de introspección, el pronóstico de recuperación es más favorable.

La jaula de la mente: el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Psicólogos en Arganzuela, Madrid

El TOC es un trastorno muy dañino para la persona, que vive presa de sus pensamientos a pesar de sus esfuerzos por controlarlos.

Existen muchos tipos de TOC, siendo probablemente el más reconocido el que se caracteriza por la presencia de obsesiones de contaminación. La persona con este tipo de TOC está excesivamente preocupada por la posibilidad de contraer una enfermedad y, por ello, trata de controlar los factores que puedan estar implicados en su desarrollo (por ejemplo la higiene, lavándose las manos u otras partes del cuerpo de forma repetitiva).

Otro tipo muy frecuente de TOC es el que tiene que ver con la posibilidad de ejercer un daño sobre otras personas o sobre sí mismos. Las personas que lo padecen tienen mucho miedo de perder el control de sí mismos y cometer un acto que atente contra la integridad de otra persona o de sí mismos.

El TOC de duda o comprobación, el de repetición y el de simetría también se encuentran entre los tipos más habituales, pero existen otros muchos que aunque tienen menor prevalencia, son igualmente intrusivos y angustiosos para la persona que los padece (como el TOC religioso, el TOC de amores, el TOC nihilista o el TOC somático).

La sintomatología obsesiva puede manifestarse de múltiples maneras, pero en todos los casos de TOC llevan asociado un intenso malestar que perjudica notablemente la calidad de vida del paciente. Algunos factores comunes a este diagnóstico son la baja tolerancia a la incertidumbre, la necesidad de control, un sentido de la responsabilidad exagerada, el pensamiento mágico (creer que si algo se piensa hay una mayor probabilidad de que suceda), perfeccionismo, rigidez y una tendencia a sobreestimar la gravedad de la amenaza.

Es habitual que las personas que acuden a terapia traigan un notable sentido de urgencia, ya que las obsesiones se viven de una forma muy abrumadora, y lo que desean es quitárselas de encima cuanto antes. Sin embargo, esa es la estrategia que probablemente les ha llevado a la intensificación del problema, ya que un pensamiento no desaparece cuando simplemente intentamos apartarlo de nuestra mente. De hecho, es muy posible que cuanto más tratemos de contener los pensamientos y hacer que desaparezcan, más fuerza reúnan y más invasivos resulten. Seguro que has oído alguna vez la frase: “Trata de no pensar en un elefante rosa”. Probablemente, a pesar de tus esfuerzos por intentar cumplir la premisa, a los pocos segundos lo que aparece en tu mente es un elefante rosa.

Por ello, la estrategia terapéutica más efectiva que se debe trabajar con este tipo de pacientes es el cambio de relación con los propios pensamientos. A través de la terapia psicológica los pacientes aprenden a gestionar sus pensamientos, objetivándolos y haciéndolos manejables. Esto solo se puede conseguir cuando se trabaja la tolerancia al malestar que suponen, y se aparta la estrategia de la censura de pensamiento que lejos de tener el efecto deseado, resulta contraproducente y enraíza cada vez más el problema.

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