Centro Somos Psicoterapia
Psicólogos en Arganzuela, en Madrid
La depresión, la enfermedad de nuestro tiempo
Todos podemos experimentar estado de ánimo bajo en muchos momentos de nuestra vida. La tristeza es una de las cinco emociones básicas y como tal, aparece en todas las personas sin distinción, independientemente de su edad, sexo, cultura o religión. Cada persona reacciona ante ella de manera diferente, pero todos y todas la sentimos. No solo es una emoción inevitable y básica, sino que también es necesaria, ya que nos prepara para asumir un cambio en nuestra vida, una pérdida, un fracaso, una decepción... Nos permite adaptarnos a la nueva situación, recomponernos y seguir viviendo.
No obstante, en algunos casos esta tristeza se queda estancada, inamovible, y la persona no consigue recomponerse a pesar de sus esfuerzos. Las personas que padecen trastornos depresivos suelen experimentar un estado de tristeza o abatimiento persistente, acompañado de una sensación de apatía y falta de motivación que en muchas ocasiones les lleva a disminuir su ritmo de vida. Otras veces las personas pueden actuar como si nada estuviese pasando y siguen con su rutina habitual, a pesar de que internamente experimentan un intenso malestar.
Suele suceder que las personas que padecen trastornos depresivos ven reducida significativamente su capacidad para disfrutar de actividades que hasta ese momento le resultaban gratificantes. Esto resulta muy frustrante para la persona que lo sufre, pero es todavía más desagradable cuando se combina con comentarios del entorno cercano, que aunque en la mayoría de los casos tienen la intención de ayudar, muchas veces acaban invalidando sus emociones y agravando más su sensación de impotencia.
Cuantas veces habremos oído (y probablemente dicho) comentarios del tipo “si estás triste o decaído, sal a pasear y anímate”, “si realmente no te pasa nada grave”, “no deberías estar así”, “piensa en la cantidad de personas que lo pasan mucho peor que tú”, “si estás así es porque quieres, no haces nada para arreglarlo”, y un sinfín de comentarios similares que lejos de ayudar a la persona a sentirse validada y entendida, hacen que se vean rechazados, censurados e incomprendidos. En consecuencia, estas personas pueden tender a aislarse de su entorno, bloqueando aún más la posibilidad de luchar contra sus síntomas y recuperarse.
