A continuación presentaremos las estructuras cerebrales que muestran una mayor afectación en casos de TEPT, y describiremos la forma en la que dichas alternaciones se manifiestan.

Cuando hablamos de alteraciones a nivel emocional y de su impacto a nivel cerebral, la amígdala es siempre la estrella principal. La amígdala (realmente las amígdalas, ya que se encuentran a ambos lados del hemisferio temporal, derecho e izquierdo) es una estructura muy pequeñita que se encuentra en lo más profundo de nuestro cerebro, concretamente en el sistema límbico. Es la encargada del procesamiento de la emoción del miedo. Es decir, cuando un estímulo se percibe como amenazante, la amígdala es la encargada de dar la voz de alarma, para que así el resto de estructuras puedan ‘ponerse en marcha’ y emitir la respuesta correspondiente.

Si hay una emoción que caracteriza al TEPT, esa es el miedo. En muchas ocasiones ese miedo es tan sumamente abrumador, que lleva a la persona a bloquearse y paralizarse completamente. Una de las cuestiones más estudiadas en cuanto a la neuroanatomía del TEPT, es que podría haber una generalización de la respuesta de miedo (tanto ante estímulos relacionados con el evento o eventos traumáticos iniciales como a otros hacia los que se han desarrollado asociaciones), y por tanto, una hiperactivación de la amígdala.

Sin embargo, existen estudios que indican que no en todos los casos de TEPT se produce esta hiperactivación. Ante grados elevados de traumatización o ante amenazas constantes, la persona puede tomar consciencia de la imposibilidad para defenderse. Algunos estudios barajan la opción de que en casos como estos, la hipoactivación de la amígdala podría ser la respuesta más adaptativa, ya que permitiría la respuesta de sumisión que sería más autoprotectora que el ataque.

El hipocampo es la estructura que se encarga principalmente de la memoria a largo plazo (declarativa y no declarativa), es decir, de que las vivencias que experimentamos queden integradas en nuestro bagaje de recuerdos, y que podamos recuperarlos de forma voluntaria.

Se ha observado una reducción del volumen de esta estructura en personas diagnosticadas de estrés postraumático, aunque no está del todo claro aún si esta reducción de volumen se debe a una predisposición previa (es decir, que el tamaño ya fuese inferior a la media antes de sufrir el episodio traumático, y que esto fuese un factor predisponente a experimentar la sintomatología del TEPT) o que el hecho de sufrir episodios de estrés supongan un efecto directo de degeneración de la estructura.

El tálamo es una estructura que forma parte del diencéfalo, y es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central. Su función principal es el procesamiento e integración de la información sensorial y motora. Toda la información sensorial que llega a la corteza, pasa antes por el tálamo.

Algunos estudios han hallado una activación menor a la media en pacientes que sufren estrés postraumático. Esto podría suponer alteraciones en los niveles de conciencia y capacidad de procesamiento sensorial y emocional, así como en la sensibilidad y la movilidad.

La ínsula es una pequeña estructura que se localiza en la corteza cerebral, que se encarga de la percepción y evaluación subjetiva del estado de la persona. Para poder responder de forma adecuada y adaptativa a los estímulos potencialmente perturbadores que se presentan, es necesario que la ínsula se encuentre en un adecuado estado de funcionamiento, ya que sin una buena conexión con el propio cuerpo y el propio estado subjetivo, no es posible reaccionar de forma ajustada.

Algunos pacientes diagnosticados de trastorno por estrés postraumático refieren sentirse embotados o aislados de su propio cuerpo, como si estuviesen anestesiados. Esta falta de conciencia sensorial y emocional dificulta mucho que los síntomas postraumáticos se reduzcan. A medida que los pacientes van tomando conciencia de su experiencia subjetiva, se van apreciando una mayor activación de la ínsula.

Se trata de una estructura con múltiples implicaciones a nivel funcional. En casos de TEPT, la alteración de esta estructura sería una de las principales responsables de la desregulación emocional. La alteración de esta estructura puede suponer que las personas tengan una tendencia o bien a reexperimentar o a no evitar de forma extrema los recuerdos traumáticos. En cualquier caso, provoca una alteración emocional que no permite que las situaciones vividas sean integradas en una narrativa vital, por lo que se viven con rechazo y esto favorece el mantenimiento de los síntomas. Además de la representación subjetiva de la experiencia vital de la persona, la corteza cingulada anterior también se encarga de otras funciones vitales como los movimientos esqueléticos, el manejo del dolor o la comunicación verbal. Todas estas funciones se relacionan entre sí, puesto que una persona que ha sufrido episodios traumáticos, los cuales no han podido ser procesados adecuadamente, puede llegar a sufrir paralizaciones musculares ante la reexperimentación del recuerdo, sentir un embotamiento sensorial que incluso llegue a volverle insensible al dolor, o tener dificultades para verbalizar lo que les sucedió (o incluso pueden manifestar problemas para relatar hechos recientes).

Esta estructura también tiene una relación fundamental con el TEPT, puesto que permite la extinción de las respuestas de miedo condicionado. Es decir, relacionándolo con lo anteriormente mencionado, cuando la amígdala se hiperactiva (activando por tanto también las respuestas de miedo), es el córtex prefrontal medial el que se encarga de inhibirla, y así poder emitir las respuestas correspondientes. En resumidas cuentas, la corteza prefrontal medial se encarga de la regulación emocional. Al inhibir estructuras límbicas como la amígdala, el córtex prefrontal medial favorece que las personas se mantengan estables, reguladas y conectadas consigo mismas y su mundo emocional, para poder responder al entorno de forma adaptativa.

En el trastorno por estrés postraumático esta estructura se encuentra alterada, el córtex prefrontal no puede cumplir adecuadamente si función inhibidora y la respuesta de miedo permanece activa de forma generalizada, no permitiendo a la persona que lo sufre estabilizarse emocionalmente.

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