Centro Somos Psicoterapia
Psicólogos en Arganzuela, en Madrid
El duelo: ausencia, dolor y crecimiento
Los procesos de duelo son inevitables para todos los seres humanos. Creamos vínculos a lo largo de nuestra vida que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, pero que necesariamente terminan. Independientemente de la causa que los origina, estos procesos siempre suponen un periodo de adaptación para la persona que los atraviesa.
Lógicamente existen múltiples factores que influyen en que los procesos de duelo se produzcan de una manera u otra, tales como la causa de la pérdida, si es controlable o incontrolable, su predictibilidad, el vínculo con la persona, animal o incluso objeto perdido, y ciertos factores protectores o predisponentes como el apoyo social, la capacidad de introspección y de regulación emocional, haber sufrido otras pérdidas en el pasado o el aprendizaje y educación sobre la muerte y la pérdida que se le haya inculcado desde niño/a.
Numerosos autores han estudiado los procesos de duelo en las diferentes culturas, y parecen existir una serie de fases que se repiten en la mayoría de las personas que los experimentan. Estas fases no tienen por qué sucederse de forma lineal, ni tampoco tienen por qué experimentarse todas y cada una de ellas. Una de las mayores expertas en el tema fue Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suizo-estadounidense. Ella determinó que las fases que más se repetían en procesos de duelo eran las siguientes:
- Shock y negación. Aunque no todas las pérdidas de seres queridos son repentinas, en la mayoría de los casos se produce una reacción más o menos intensa de embotamiento emocional. Esta reacción de shock inicial a menudo se acompaña de negación de la misma, que no siempre se manifiesta de forma explícita sino que a veces se traduce en una falta de resonancia emocional con el evento sufrido, la trivialización del mismo o la confianza casi fantasiosa en que esa pérdida tenga carácter temporal.
- Ira. En esta fase la persona experimenta enfado y considera que la situación que está viviendo o que ha vivido la persona perdida es injusta, y se buscan culpables de lo sucedido como forma de canalizar el malestar y reducir la sensación de desconcierto e impotencia.
- Negociación. La persona que atraviesa esta etapa confía en que de alguna forma la situación que está viviendo pueda revertirse. A veces las personas recurren a creencias religiosas o a pactos con el destino, aferrándose a cualquier mínimo indicio, real o imaginario, de que la situación puede volver a ser como antes.
- Depresión. Cuando llega esta etapa, la persona experimenta una intensa carga de tristeza, desesperanza y apatía. Independientemente de su intensidad, atravesar esta etapa es fundamental para la resolución adaptativa del duelo, ya que implica que la persona empieza a ser consciente de la realidad de la pérdida. Aunque es una etapa muy dolorosa, permite el acceso a la última etapa, la aceptación.
- Aceptación. Una vez atravesadas las fases anteriores, la persona llega a comprender y asumir la pérdida, y se permite retomar las riendas de su vida y hacerse cargo de sí mismo/a.